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18 oct 2009

LEYENDO A KEN WILBER




Por Fernando Solana Olivares
2010-01-01• MILENIO Cultura

Nació el 31 de enero de 1949 en Oklahoma. A los veintitrés años publicó un libro original y absorbente, El espectro de la conciencia, en el cual iniciaba una tarea intelectual analítica muy compleja pero suficientemente accesible para poder comprobarse: una nueva reflexión integral a partir de las grandes tradiciones filosóficas, psicológicas y espirituales de la humanidad.


“He elegido el término integral —explicó Wilber— para representar un enfoque envolvente, porque integral significa integrador, inclusivo, global y equilibrado, que no sólo resulta imprescindible para el campo de la política, sino que también modifica profundamente nuestra concepción de la psicología y de la mente humana, de la antropología y de la historia humana, de la literatura y del significado del ser humano, de la filosofía y de la búsqueda de la verdad, aspectos todos ellos que en mi opinión se ven profundamente afectados por un enfoque completo que trata de rescatar lo mejor de cada uno para entablar un diálogo mutuamente enriquecedor”.


En 1995 publicó otro libro, Sexo, ecología y espiritualidad, donde aplicó ese método integral. En su introducción proponía interrogantes básicas para lograr comprender y superar los graves problemas de este momento: ¿cómo llegar a ser plenamente humanos y a la vez liberarse del destino de ser solamente humanos?, ¿cómo encontrar el Espíritu en un mundo abandonado por el Dios y por la Diosa?, ¿cómo dejar de destruir Gaia al intentar mejorar las condiciones de vida de los seres humanos?, ¿cómo encajar en un Kósmos inmensamente más grande?, ¿cómo ser un individuo completo y a la vez integrado en algo mayor a uno mismo?


Consultando un glosario preparado por Miguel Grinberg sobre el sistema wilberiano, para su libro Ken Wilber y la Psicología Integral (Campo de Ideas, Madrid), puede saberse que su concepto del Kósmos (como lo denomina) se distingue de la perspectiva científica habitual que asume al “cosmos” como una realidad física perceptible solamente por los sentidos o por las pruebas de laboratorio. Wilber incluye en dicho término, además de las realidades pesables y medibles del mundo material, las de la vida, la mente, el alma y el espíritu. Su visión kósmica explora el mundo interior, el mundo infinito y los estados intermedios entre uno y otro. Busca lo que llama “la esencia integrada” del universo, no sólo las realidades del mundo superficial, del mundo chato. Reformulando un antiguo concepto pitagórico, Wilber contempla todas las realidades de la existencia como situaciones dinámicas y evolutivas. El Kósmos incluye al universo material y a la vida multidimensional en todas sus expresiones, pues es un Todo interconectado que abarca lo que existe y lo que puede existir.


Diversas libertades o alcances concurren a la aparición de un pensamiento y un pensador distintos a los discursos anteriores, al surgimiento de una filosofía que “presenta más visos de credibilidad, como un abrazo genuino entre Oriente y Occidente, entre el Norte y el Sur”, según afirma su propio autor. Y una de ellas, primera y esencial, es el conocimiento, exploración y ejercicio del ámbito más asustante y perturbador, del más silenciado para el positivismo materialista y el liberalismo ateo: lo espiritual. En otra de sus obras centrales, El ojo del Espíritu, un prólogo firmado por Jack Crittenden resulta útil para comprender el método analítico del autor. Después de leerlo, mucha gente le ha escrito a Wilber para decirle que por fin entiende lo que él escribe. “Gracias a Dios que alguien ha podido explicarlo”, responde con humor.


Crittenden demuestra que la visión integral de Wilber está entretejida a partir de verdades procedentes de diversos campos: física, biología, ecociencias, ciencias sistémicas, medicina, neurofisiología, bioquímica, arte, poesía, estética, psicología evolutiva, así como de un amplio espectro de abordajes filosóficos, intelectuales y psicoterapéuticos, que va desde Platón a Nagarjuna, de Descartes a Habermas, de Heidegger a Gadamer, de Marx a Luhmann, e incluye también a las escuelas místicas y contemplativas de las tradiciones meditativas orientales y occidentales, y a las grandes tradiciones religiosas de todo el mundo.


El cómo lo hace, el método que Wilber utiliza para reflexionar consiste, primero, en descubrir el nivel de abstracción en el que las distintas visiones que estudia y compara coinciden entre sí. Al abordar prácticamente todos los campos del conocimiento humano, este autor centra su atención en generalizaciones orientadoras sólidas, confiables, irrefutables si cabe. Una síntesis posible de todas las verdades aportadas por los diferentes campos del conocimiento. No se trata de determinar que teoría está en lo cierto y cuál equivocada, sino sobre todo reconocer la verdad de la que participa cada una, preguntándose por el sistema que podría incorporar, de manera coherente, el mayor número posible de tales verdades.


Por ello Crittenden afirma que “la visión de Wilber reconoce, incorpora e integra más verdad que cualquier otro sistema de la historia”. Es decir, el mayor número de generalizaciones orientadoras procedentes del mayor número posible de campos del quehacer humano.



En una obra deslumbrante y extraordinaria que hasta ahora abarca 16 volúmenes, Ken Wilber ha intentado integrar métodos y campos distintos mostrando siempre el modo en que encajan entre sí. Proponiendo también, como parte de ese nuevo pensamiento, el desarrollo de una espiritualidad transformadora, auténtica y revolucionaria que “no se ocupa de satisfacer al yo sino de trascenderlo”. La vía del Espíritu en acción.


fmsolana@yahoo.com.mx



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