IMPORTANTE

Visitar "entradas antiguas" - enlace al final de la columna principal

2 ene 2010

OSHO: LA MENTE MEDITATIVA





Lo primero que hay que recordar acerca de la meditación es que no hay nada que se pueda hacer. En todo el mundo la gente tiene la idea de que meditación significa hacer algo. No es un hacer, no es un acto, es algo que ocurre. No es que tú vayas a ella; ella viene a ti y te penetra. En un sentido te destruye y en otro te vuelve a crear. Es algo tan vital y tan infinito que no puede ser una parte de tu hacer.

¿Entonces qué hay que hacer? Tú sólo puedes crear la situación en la que ocurre. Lo único que puedes hacer es ser vulnerable y estar abierto a la existencia por todas las partes.

Normalmente somos como prisiones: estamos cerrados dentro de nosotros mismos sin ninguna apertura. En cierto sentido estamos muertos. Se podría decir que nos hemos vuelto «a prueba de vida»: la vida no puede llegar hasta nosotros. Hemos creado barreras y obstáculos a la vida porque puede ser peligrosa, incontrolable; la vida es algo que no está en nuestras manos. Nos hemos creado una existencia cerrada para nosotros mismos en la que podemos sentirnos seguros, en la que podemos sentirnos cómodos. Esa existencia cerrada es práctica pero al mismo tiempo mortecina. Cuanto más nos cerramos, menos vivos estamos. Cuanto más nos abrimos, más vivos estamos.

La meditación es una apertura a todas las dimensiones, una apertura a todas las cosas. Pero estar abierto a todas las cosas es peligroso, estar abierto a todas las cosas incondicionalmente nos hace sentir inseguros. No puede ser cómodo porque puede ocurrir cualquier cosa. Una mente que anhela la seguridad, que anhela la comodidad, que anhela la certeza, no puede ser una mente meditativa. Sólo una mente que esté abierta a lo que sea que la vida ofrezca, que de la bienvenida a lo que sea que ocurra, aunque sea la muerte, puede crear una situación en la que ocurre la meditación.

Así que lo único que tú puedes hacer es ser receptivo a la meditación, ser totalmente receptivo; no a un suceso en particular sino a lo que sea que venga.

La meditación no es una determinada dimensión, es una existencia sin dimensiones, una existencia que está abierta a todas y cada una de las dimensiones sin ninguna condición, sin ningún anhelo, sin expectaciones. Si hay alguna expectación, la apertura no será total. Si hay alguna condición, algún anhelo, si hay algún «si», entonces la apertura no puede ser total.
Ninguna parte de ti debería permanecer cerrada. Si no estás completamente abierto, no podrás recibir ningún suceso vital, vigoroso, infinito. Ni él podrá ser tu invitado ni tú podrás ser su anfitrión.



La meditación es sencillamente la creación de una situación receptiva en la cual algo puede suceder y lo único que tú puedes hacer es esperar.

La mente que espera está esperando a lo desconocido, porque lo que va a ocurrir no se puede conocer de antemano; no puedes ni imaginártelo. Puede que hayas oído algo acerca de ello, pero no es un conocimiento tuyo; sigue siendo algo desconocido. La mente que espera lo desconocido es una mente meditativa.

Cuando esperas lo desconocido tus conocimientos se convierte en una barrera, porque cuanto más consciente eres de tus conocimientos más sólidamente te encarcelas a ti mismo. No tienes que mantener una postura de «saber», tienes que ser completamente ignorante; sólo así lo desconocido puede llegar hasta ti. En el momento en que tu ignorancia es consciente de sí misma, en el momento en que sabes que no sabes, es cuando empiezas a esperar lo desconocido.

Hay dos tipos de gente ignorante. El primer tipo lo forman aquellos que no son conscientes de su ignorancia; estos automáticamente piensan que ellos saben. Esta es una sabiduría ignorante. El otro tipo lo forman aquellos que son conscientes de su ignorancia. Esta es una ignorancia sabia. La sabiduría empieza en el momento en que te haces consciente de tu ignorancia.

Un erudito, una persona que cree que sabe, jamás podrás ser una persona religiosa. Una persona que cree que sabe, tiene que no ser religiosa, porque el ego de la sabiduría es algo de lo más sutil. Pero en cuanto conoces tu ignorancia desaparece el ego, no hay ningún espacio en el que el ego pueda existir. El mayor ataque para el ego es hacerse consciente de la ignorancia de uno mismo; el mayor refuerzo para el ego es dárselas de sabio.

Lo segundo que quisiera decir acerca de la meditación es que tu mente debe ser completamente consciente de su ignorancia. Y sólo puedes hacerte consciente de tu ignorancia cuando tus conocimientos acumulados, prestados, no se confundan con la sabiduría. No es sabiduría, es simplemente información y la información no es sabiduría aunque parezca lo contrario.

Una persona que sabe no es dogmática acerca de su sabiduría; duda. Pero la persona que cree que sabe es dogmática, asertiva; está absolutamente segura.
Tienes que date cuenta del hecho de que lo que tú no has conocido no puede ser tu sabiduría. La sabiduría no se puede ser prestada: esa es la diferencia entre una mente teológica y una mente religiosa. La teología es una de las cosas más irreligiosas del mundo y los teólogos son la gente más irreligiosa porque lo que ellos han reivindicado como sabiduría es algo prestado.

La sabiduría jamás podrá ser reivindicada, porque el fenómeno de que en cuanto uno sabe se pierde el yo es inherente a ella. En cuanto uno sabe, el ego ya no está ahí. La sabiduría llega cuando el ego no está, por eso el ego no puede reivindicar que la posee. El ego solamente puede recoger información; puede acumular muchos hechos, puede citar las escrituras.

Entrar en meditación es transcender tus conocimientos acumulados. El aprendizaje comienza en el momento en que se transcienden estos conocimientos. Y un aprendiz es algo muy diferente: él nunca afirma que sabe, él siempre es consciente de su ignorancia. Y cuanto más consciente de ello es, más receptivo a lo nuevo se vuelve.

En cuanto hayas aprendido algo, descártalo; de otra forma hay muchas posibilidades de que se convierta en parte de tus conocimientos, en parte de tu acumulación. Aunque tus conocimientos procedan de tus experiencias pasadas, también son prestados, porque tú ya no eres la misma persona. No hay ninguna diferencias en que tus conocimientos sean prestados de otra persona o prestados del pasado.

Mi yo de ayer está muy lejano; ya está muerto... no se encuentra en ningún lugar excepto en mi memoria. Para mí, ahora mi yo de ayer es tan «ajeno» como lo puedas ser tú. De hecho es más «ajeno», porque tú estás más cerca de mi en el tiempo. En este momento, si puedes estar en silencio, tú eres yo, parte de mi.

Si te estuviera hablando de algo que me llegó ayer, no sería yo quien estuviera hablando: sería una persona muerta, una memoria muerta. No estaría viviendo en este momento, ajustado a este momento. Algo que está muerto se estaría afirmando a través de mi. Y confiar en algo que está muerto... es imposible.

Si yo todavía estoy viviendo en la memoria del ayer, entonces no soy capaz de vivir el hoy. Si ayer he podido vivir el momento de ayer, entonces tengo que vivir hoy lo que está pasando en este mismo momento y lo que diga debe salir a través del yo de este momento. Si procede del pasado muerto, será prestado. Aunque venga de mi, de mi propio pasado, será un peso muerto, no será sabiduría.

La sabiduría siempre es espontánea, mientras que todas las reivindicaciones siempre pertenecen a los conocimientos del pasado, de la memoria. Cuando estás tomando prestado de la memoria no estás en un momento de sabiduría. No se debe tomar prestado de nadie, ni siquiera del propio pasado. Se debe vivir momento a momento y vivir de tal forma que todo lo que llegue debe hacerse parte de la sabiduría.

Si yo te miro a ti, mi mirada sólo puede ser sabiduría si mi memoria no se mete entre medias. Si te estoy mirando a través de mi memoria de nuestros pasados encuentros entonces en realidad no te estoy mirando a ti. Pero si te miro sin ninguna carga del pasado, la mirada se torna meditativa. Si te toco sin la carga de ninguna experiencia que mi mano haya conocido en el pasado, el toque se torna meditativo. Todo lo que es inocentemente espontáneo se vuelve meditativo.

El tercer punto que me gustaría acentuar es que una mente meditativa vive momento a momento. No acumula, vive cada momento tal como viene. Nunca va más allá del aquí y ahora, siempre está en el ahora, receptiva a cada momento tal como venga.

El pasado es parte de la memoria y el futuro es parte de los deseos. Ambos son mentales; no tienen existencia en sí mismos, son creaciones humanas. Si el hombre no existiera, en la Tierra no habría ni pasado ni futuro. Tan sólo existiría el presente, el ahora, sólo ahora; sin ningún tránsito de tiempo, sin ir ni venir. La mente meditativa vive en el ahora; esa es su única existencia.


Ofrecemos gratuitamente un texto complementario de Osho sobre la Meditación. Basta solicitarlo por mail a la dirección que aparece en el encabezamiento de este blog.





No hay comentarios: